Pues sí, queridas amigas. Empezó a notarse ayer, pero hoy, ya de manera evidente, nos hallamos ante la primera ola de frío del invierno, que no será la peor, a buen seguro, pero que por su novedad siempre logra sorprendernos, es curioso que algo tan previsible como el cambio de estación nos pille a todas tan desprevenidas.
La primera reacción instintiva ha sido, por supuesto, abrigarme hasta sentir ese confortable calorcillo que te permite ir de un sitio a otro ajena al frío ambiente de la mañana. En mi caso, sin embargo, debo tener en cuenta que paso la mayor parte de la jornada laboral en edificios con calefacción, que en días como hoy no dudan en poner a toda tralla, por lo que en días laborables evito siempre, en la medida de lo posible, ponerme suéters o jerseys demasiado gruesos que, aunque serían ideales para los desplazamientos por la calle, me darían calor en la oficina. Por supuesto que no me gusta pasar frío, pero os aseguro que aún soporto menos pasar calor. He pasado, como muchas de vosotras, estoy segura, por esa desagradable situación en la que te estás asando como un redondo de ternera porque un empleado de mantenimiento ha puesto la calefacción a 26º C, sin que puedas aliviarte quitándote el grueso jersey que te has puesto, a tono con el clima, porque no llevas casi nada debajo, y no es plan de pasearte en sujetador por las dependencias de tu empresa. ¡Una y no más, Santo Tomás! Prefiero pasar algo de frío en los desplazamientos, que al fin y al cabo son más cortos, y estar cómoda en la oficina, donde paso más horas de las que me gustaría.
Todo este "rollo patatero", por cierto, para explicaros el modelo que elegí esta mañana, falda, botas, pero por arriba solo una blusa, ciertamente no demasiado fina, pero sin mayor abrigo, porque sabía lo que iba a pasar. Y, para no congelarme en la calle con tan liviana vestimenta, un chaquetón de piel sintética, que a pesar de ser una imitación abriga como la mejor piel natural de marmota o astracán. El bolso a juego, por cierto, no era originalmente así, era un bolso normal, negro, sin demasiada gracia, que una amiga costurera, experta en cuero, pieles y similares, me arregló como regalo hace dos cumpleaños. No lo uso mucho, porque tampoco uso demasiado el chaquetón de marras, pero, cuando me lo pongo, el bolso a juego suele causar sensación. Bueno, no me enrollo más. Aquí os dejo las fotos de mi outfit de hoy, tomadas por mi hija Sira antes de salir de casa esta mañana.